Por César Medina ;- El Chapo Guzmán se ha convertido en toda una celebridad, una especie de bandido bueno que se gana la conmiseración de los mejicanos después de acumular una fortuna incuantificable en base al narcotráfico y el crimen organizado dejando una estela de miles de muertos. El Chapo es un delincuente desalmado y de gran peligro hasta encontrándose en prisión. Dos veces se ha escapado
espectacularmente de cárceles de alta seguridad porque su fortuna alcanza para comprar alcaides y vigilantes que en sus fugas se hacen de la vista gorda. Ahora han aparecido unas ONG’s y abogados muy bien pagados que reclaman para él unos derechos humanos que jamás le respetó a sus víctimas, cuantificadas en más de diez mil en sus cuatro décadas cultivando, procesando y traficando narcóticos con los que ha inundado medio mundo. Fue, y sigue siendo, líder del grupo de narcotraficantes más cruel y temible de México --el Cartel de Sinaloa--, una organización criminal que se adueñó del negocio de las drogas desplazando a sangre y fuego a otros cárteles no menos violentos y sanguinarios. El Chapo se reputa como hombre de marcada crueldad y de sangre fría; muchos de sus crímenes los ejecutó personalmente y picó los cadáveres después que su hijo Edgar -- dedicado también desde jovencito al negocio de las drogas--, fue acribillado de 20 balazos en Culiacán. A los autores de ese crimen los fue capturando uno por uno y los ejecutó con sus propias manos diseccionándolos con una sierra eléctrica y desparramando los cuerpos mutilados en pedacitos y separados de las cabezas que dejó intactas para que sus familiares pudieran identificarlos. … El debate actual Ahora se debaten las condiciones en que El Chapo guarda prisión: que se le violan sus derechos, que se le prohíben las visitas, que no le pasan ropa interior, que lo cambian diariamente de una celda a otra… En fin, que le violan sus prerrogativas como persona privada de libertad. Tan pronto se produjo su recaptura, fue llevado a la prisión del Altiplano que está situada en la periferia del Distrito Federal, de donde se fugó la última vez, en julio pasado, por un túnel de 1.5 kilómetros construido por secuaces a partir de una casa abandonada. Para el presidente de México, Enrique Peña Nieto, la evasión de El Chapo constituyó un desafío al sistema por tratarse de una cárcel de alta seguridad reputada como inexpugnable para cualquier plan de fuga por sofisticado que fuera. El Chapo, sin embargo, demostró que con él no hay cárcel segura… Un evidente desvío… Ahora tratan de banalizar el tema sobre la recaptura de El Chapo con un toque farandulero: que Sean Penn, que Kate del Castillo, que un productor de cine argentino… Nada de eso puede desviar la atención sobre un caso de elevada connotación en la lucha contra el narcotráfico. Chapo Guzmán sigue siendo el capo más importante de la droga en México y una de las figuras más relevantes de esa actividad ilícita en todo el mundo. Estados Unidos lo quiere en extradición de donde resultaría imposible una tercera evasión y donde pasaría el resto de su vida en buen resguardo bajo rejas. Dejarlo en México será siempre un riesgo… Porque después que el tema se enfríe podría aplicar la vieja costumbre: ¡Por la plata baila el Chapo!
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