Tomado de Diario Libre
SAN PEDRO DE MACORÍS. Las claves que llevaron al hallazgo de los tres transportistas asesinados, cuyos cadáveres aparecieron en un hoyo en Juan Dolio, llegaron a la Fiscalía de San Pedro de Macorís de forma inesperada.
Los fiscales encaminaban las investigaciones en torno a la muerte del chofer de guagua Vidal Dionisio Berroa, cuyo cadáver fue encontrado atado a un block en las aguas del Río Higuamo, en septiembre del año pasado.
Por este hecho, las autoridades apresaron a Jaime Valentín Encarnación, que sería la persona que recibía los vehículos robados por la supuesta banda que se dedicaba a asesinar a los choferes para luego vender sus vehículos, presumiblemente en Haití, cuando no encontraban comprador en territorio nacional.
A Encarnación, que cumple una coerción de tres meses por el hecho, se le apresó luego de que un informante declaró que conocía de alguien a quien le vendían la guagua que pertenecía a Berroa.
La Fiscalía detuvo para investigación a esa persona, que admitió haber recibido una llamada de un familiar para que le asesorara en la compra del referido vehículo.
“Apresamos a esa otra persona, que nos contó que quien le vendía la guagua era Encarnación, pero que no la compró, porque su familiar le dijo que no le convenía, pues era una guagua muy vieja para la ruta que hacía”, contó a DL Carmen Mohammed, fiscal adjunta de San Pedro, quien encabeza las investigaciones sobre esos crímenes.
Una vez detenido e interrogado, Encarnación señaló a Radhamés Ramírez Rodríguez, a quien se le dictó un año de prisión como medida de coerción, como la persona que le entregó la guagua para venderla.
Ramírez Rodríguez decidió hablar sin que le preguntaran. Para sorpresa de los investigadores, contó sobre cómo engañaban a los transportistas contratándolos para supuestos acarreos o excursiones, y luego en el camino les mataban.
Fue así como los choferes Germán Arredondo Quezada, David Polanco y Jarry Wilson Rodríguez, cayeron en las garras de la terrorífica banda que, según las investigaciones, los habría tirado vivos en un hoyo de aproximadamente 30 metros de profundidad, en una casa abandonada de Juan Dolio, atados de pies y manos y con sus cabezas en una funda. Los transportistas habían sido reportados como desaparecidos, y cuando los encontraron el pasado 23 de mayo ya sus cuerpos estaban en avanzado estado de descomposición.
Ramírez Rodríguez fue quien les indicó a los fiscales donde encontrar los cadáveres, y también les señaló a Hugo Antonio Zorrilla Alfonseca, como uno de sus cómplices.
Este último fue detenido junto a su esposa, la sargento de la Policía Nacional, Luz Divina Pimentel y a Hensel Peralta Mercedes, a quien se señala como cobrador de guaguas y la persona que ubicaba a los choferes, durante un allanamiento en la casa de la pareja. A los tres se les dictó una coerción de un año de prisión el pasado martes por el caso.
El alfiler
Durante el allanamiento en la vivienda de Zorrilla Alfonseca, los investigadores encontraron un dato “curioso”, para ellos. En una de las gavetas de la mesa de noche, en una habitación de la sargento y su marido, había un paquete de pequeños papeles cruzados por un alfiler.
Cada pedacito de papel contenía escrito de manera repetida y en direcciones diferentes los nombres de los investigadores que llevaban el caso del asesinato de Berroa, y de algunos de los familiares de la víctima. Un nombre en cada papel. Entre ellos estaba incluso el de la fiscal Mohammed que encabeza las investigaciones del caso, y quien fue la que encontró el curioso paquetito.
“Yo hasta me sorprendí, porque no pensé que estaría, y cuando desaté el último papelito, el último, ahí estaba mi nombre”, contó la fiscal Mohammed, como algo curioso, pero que igual, ahora forma parte del expediente contra la banda.
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