Santo Domingo. – A los narcotraficantes no les resulta fácil exportar drogas desde Venezuela. Allí hay pocos vuelos comerciales, escaso tráfico marítimo, el sector pesquero ha colapsado y no hay turismo. Pero República D
ominicana, a 1.400 kilómetros de distancia, tiene todo esto.
Dado que la cocaína pasa casi sin ninguna restricción por la frontera con Colombia, donde la producción de la droga ha alcanzado niveles récord, el crimen organizado ha desarrollado una de las rutas más prolíficas de la región, que conecta con República Dominicana. Si bien hay algunos vuelos ilegales que van y vienen, la mayor parte de las drogas cruza por el Caribe en lanchas rápidas. La isla ofrece al comercio de drogas algunos de los mayores puertos con contenedores del Caribe, un activo sector turístico con vuelos comerciales por todo el mundo, y un floreciente sector de bienes raíces y servicios bancarios dispuesto a lavar narcodólares.
La ruta del Caribe se había venido a menos desde los frenéticos días del Cartel de Medellín, cuando Pablo Escobar y sus socios usaban la isla de Cayo Norman en las Bahamas para reabastecer de combustible los aviones cargados de cocaína con destino a Estados Unidos. A mediados de los años ochenta, más del 75 por ciento de la cocaína incautada en camino hacia Estados Unidos era interceptada en el Caribe. Hacia 2010, esa cifra había bajado al diez por ciento, mientras que Centroamérica registraba más del 80 por ciento de las incautaciones.
El resurgimiento de la ruta del Caribe se explica por dos factores: el aumento de la inversión de Estados Unidos en la guerra contra las drogas en Centroamérica y México, y la creciente importancia de Venezuela como centro regional de la cocaína.
Estados Unidos ha invertido recursos en la Iniciativa Mérida en México, que comenzó en 2008, y en la Iniciativa Regional de Seguridad para Centroamérica (CARSI por sus iniciales en inglés), que ha estado transfiriendo fondos principalmente a los países del Triángulo Norte (El Salvador, Honduras y Guatemala). Esto también ha afectado el tráfico aéreo de cocaína entre Venezuela y Honduras (para más información sobre este tema, vea nuestra investigación “Honduras y Venezuela: golpe de Estado y tráfico aéreo de cocaína”), lo que ha hecho que se envíen más cargamentos por las altas aguas del Caribe. Si bien Estados Unidos estableció la Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe en 2010, a esta se le han dedicado menos recursos y atención, por lo que no se ha logrado detener el creciente comercio de cocaína a través del Caribe.
Este artículo es parte de una investigación sobre crimen organizado en Venezuela. Vea otras partes de la investigación aquí y el informe completo aquí
El Departamento de Estado de Estados Unidos ha identificado a República Dominicana como uno de los principales países de tránsito de los cargamentos de cocaína que se dirigen hacia el país del norte, principalmente mediante el tráfico marítimo, que incluye el uso de lanchas rápidas y contenedores comerciales, como el principal método para el tráfico de drogas desde y hacia la isla. También fue identificado por las agencias europeas como el país de tránsito utilizado con más frecuencia por los cargamentos de cocaína con destino a Europa.
¿Por qué República Dominicana?
República Dominicana se asienta en el corazón del Caribe. Es el país más poblado de la región, con 10,5 millones de habitantes, y es el que tiene la economía más fuerte. Unos cinco millones de turistas ingresan al país a través de los aeropuertos internacionales y en las decenas de cruceros que llegan a sus puertos cada año. Desde el punto de vista comercial, los seis puertos de República Dominicana lo convierten en un centro regional para el transporte marítimo. Algunos de estos puertos tienen la capacidad de recibir buques Neopanamax, lo más grandes que pueden cruzar por el Canal de Panamá.
Santo Domingo es una de las ciudades más antiguas y grandes del Caribe, con un área metropolitana donde viven casi tres millones de habitantes. Cuenta con hoteles de primera clase, resorts, restaurantes y casinos, todo lo que desean los nuevos narcotraficantes. República Dominicana tiene por lejos la economía y el PIB más grandes del Caribe, junto con un mercado inmobiliario en auge, que ofrece muchas oportunidades para el lavado de dinero.
El país tiene múltiples rutas que pueden ser utilizadas por los cargamentos de cocaína. Para el mercado estadounidense, está Puerto Rico, a solo 381 kilómetros de distancia. Si los traficantes logran ingresar cocaína a Puerto Rico, territorio de Estados Unidos, es fácil llegar a tierra firme, dado que está dentro de las barreras aduaneras estadounidenses. Algo similar ocurre con los territorios franceses de Martinica y Guadalupe en cuanto a los cargamentos dirigidos a Europa continental.
Los territorios británicos de ultramar, como Anguila, Bermudas, las Islas Vírgenes Británicas, así como antiguas colonias como Jamaica, son trampolines hacia el Reino Unido. Sin embargo, gracias a las ventajas lingüísticas y a la gran diáspora dominicana, España sigue siendo el principal punto de entrada en Europa para las drogas que salen de República Dominicana. España ha sido tradicionalmente la nación europea con la mayor cantidad de incautaciones de cocaína.
Otra razón por la que República Dominicana es uno de los países de tránsito favoritos de los traficantes de cocaína es la creciente sofisticación de las organizaciones de tráfico de drogas (OTD) del país. Las estructuras criminales dominicanas solían servir principalmente como transportistas para organizaciones de Colombia y México. Ya esto ha cambiado. Las OTD dominicanas han entrado a las grandes ligas.
Hoy en día, los dominicanos están comprando cocaína en Venezuela, contratando a los venezolanos para hacer el peligroso viaje por el Caribe, y tomando el control directo de los cargamentos una vez llegan a la isla. Pero su trabajo no se detiene ahí: estas OTD pueden llevar drogas hasta la Costa Este de Estados Unidos. Allí, la gran diáspora dominicana vende las drogas, incluso a nivel minorista. Esto significa que los dominicanos controlan actualmente una gran parte de los eslabones de la cadena de la droga y pueden maximizar las ganancias por kilogramo. Los dominicanos, trabajando con los carteles colombianos y mexicanos, también actúan como intermediarios para las mafias internacionales que buscan obtener grandes cargas de cocaína. Las agencias internacionales de inteligencia de Santo Domingo han llamado la atención sobre la creciente presencia de figuras del crimen organizado ruso.
Fuentes de los organismos de seguridad de Estados Unidos reconocen la creciente importancia y alcance de las OTD dominicanas.
“Tenemos actualmente cuatro o cinco casos de grupos dominicanos de alto nivel que llevan cantidades significativas de drogas a Estados Unidos”, declaró una fuente que habló bajo condición de anonimato.
República Dominicana es inmensamente atractiva para los venezolanos que buscan huir de su país, en colapso, o esconder su dinero de la hiperinflación y de la expropiación del Gobierno. La cultura de esta isla caribeña es muy parecida a la de Venezuela, por lo que se sienten como en casa.
Los venezolanos adinerados han invertido durante mucho tiempo en casas de descanso y otras propiedades en República Dominicana, y la inversión ha crecido a medida que las expropiaciones en su país han aumentado. Entre 2010 y 2015, la inversión venezolana en República Dominicana ascendió a US$5 mil millones, principalmente en centros turísticos, bienes raíces residenciales y comerciales, así como en centros comerciales. Pero pocos venezolanos se han quedado a vivir en la isla. Un censo de inmigrantes en República Dominicana en el año 2012 mostró que en el país solo vivían 3.434 personas nacidas en Venezuela, 12 años después de que Hugo Chávez llegara al poder.
Sin embargo, esa situación cambió después de que el presidente Nicolás Maduro asumiera el cargo y el país se hundiera en una crisis económica en 2013. Los primeros en llegar a República Dominicana fueron los venezolanos de clase media y alta que huían de la incertidumbre. En general, establecieron empresas de servicios de tamaño mediano y consiguieron empleos como profesionales. Pero lo que inició como un flujo pequeño se convirtió en una inundación. Muchos de los que llegaron más adelante han entrado a hacer parte de la economía informal, vendiendo arepas venezolanas y otro tipo de comidas rápidas en las esquinas, ejerciendo trabajo sexual o conduciendo taxis.
La llegada de venezolanos a través de los aeropuertos dominicanos aumentó en un 40 por ciento en 2016 en comparación con el año anterior, con un total de 142.540 viajeros, aunque no hay datos claros acerca de cuántos fueron con fines turísticos y cuántos se quedaron en la isla. En un intento por detener este flujo, en diciembre de 2016 el Gobierno dominicano anunció nuevas restricciones a los venezolanos que llegan como turistas, como presentar pruebas de medios financieros o reservaciones de hoteles pagadas. Una fundación que ayuda a los inmigrantes venezolanos en República Dominicana estima que actualmente puede haber unos 200.000 venezolanos residentes en el país.
Varias fuentes dominicanas señalan que los venezolanos vinculados a la administración Maduro están comprando quintas de lujo en resorts de primera clase como Casa de Campo en La Romana, posiblemente con ganancias provenientes del narcotráfico o mediante el saqueo de las arcas del Estado.
Fuentes estadounidenses afirman que en República Dominicana hay presencia de estructuras criminales venezolanas, las cuales trabajan con grupos dominicanos, mexicanos y colombianos.
“En realidad, están en control de las principales organizaciones, orquestando el blanqueo de dinero, el tráfico de cocaína, el transporte e incluso la distribución”, dijo una fuente de los organismos de seguridad estadounidenses ubicados en el Caribe.
Si a todo esto se agregan los altos niveles de corrupción entre la clase política y las fuerzas de seguridad, República Dominicana tiene el potencial de convertirse en un paraíso para el narcotráfico.
Las rutas de Venezuela hacia República Dominicana
República Dominicana se encuentra a unos 1.400 kilómetros de la costa norte de Venezuela en línea recta. Los narcotraficantes están usando esta ruta directa, enviando lanchas rápidas cargadas con hasta una tonelada de cocaína desde las penínsulas de La Guajira y Paraguaná. Esta última, en particular, situada apenas a 27 kilómetros de la isla de Aruba, todavía cuenta con una infraestructura que le permite construir y mantener barcos, usados no solo para transportar turistas, sino también para sostener el floreciente comercio del contrabando entre Aruba y tierra firme venezolana.
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