Santo Domingo. – La firma encuestadora Gallup-Hoy, reveló en su más reciente estudio de opinión, que el 78.3% de la población indicaron que las cosas en la República
Dominicana van por mal camino, debido al alto índice de corrupción y criminalidad e inseguridad que impera en el país.
Una nueva entrega de la encuesta Gallup-Hoy nos recuerda que los problemas que son fundamentales para los dominicanos continúan sin solución. Es una reiteración que ha ocurrido a través de los años sin que hasta ahora se vislumbren soluciones definitivas -si las hubiera- en el corto y mediano plazo. No es extraño, por tanto, que el pesimismo de los dominicanos se exprese en un porcentaje tan alto que entiende que el país va por mal camino; esto es, casi cuatro de cada cinco dominicanos no tienen fe en el futuro de la nación. Si no nos alarmamos por este resultado es porque hemos ido perdiendo la sensibilidad ante una realidad que en repetidas ocasiones ha sido trágicamente capaz de superar con creces a la más retorcida imaginación.
En este sentido, la delincuencia -la que ocurre todos los días en la calle, fuera y dentro de los registros oficiales- domina la vida cotidiana de los dominicanos y se expresa con hechos de violencia sobrecogedores, con la frecuente participación de quienes tienen la responsabilidad de velar por la seguridad ciudadana. Este parece ser el peor escenario: delincuentes oficialmente armados y uniformados, y una ciudadanía indefensa que no puede distinguir entre quien le cuida y quien le asalta. Los delincuentes parecen moverse con la seguridad de que tienen socios o cómplices dentro de los estamentos que están supuestos a perseguirles. Es una razón más que suficiente para que los dominicanos revelen sistemáticamente que la delincuencia es su problema principal.
Al problema de la seguridad ciudadana se le agregan, de acuerdo con la Gallup-Hoy, el alto costo de la vida y la inflación, aunque con porcentajes (34%) muy inferiores al porcentaje (69%) de dominicanos que entienden que la delincuencia es lo primordial. En realidad, el costo de la vida y la inflación guardan una estrecha relación. Por eso, llama la atención que con registros tan bajos de inflación la gente sienta que se trata de un problema tan importante. En cambio, es más entendible el tema del alto costo de la vida. Es posible tener baja inflación y que aun determinada canasta de bienes y servicios resulte costosa para familias que son clasificadas en los quintiles de gastos más bajos. Para muchos hogares, especialmente para esos quintiles más bajos que pudieran depender de un solo ingreso, es difícil costear una canasta familiar que se incrementa año tras año, sin importar la magnitud de ese incremento. Por lo general, los consumidores son adversos a la inflación, no importa si entienden o no el concepto, y en las encuestas esto siempre queda revelado.
Estos problemas -delincuencia, alto costo de vida e inflación-, unidos a los temas del desempleo y la corrupción (25%), han creado la percepción de que el presidente Medina gobierna para beneficio de los dirigentes y miembros de su partido, de acuerdo con los resultados de la encuesta Gallup-Hoy, recientemente publicada. En este sentido, el 46% de los dominicanos sostiene esa opinión, mientras que solo el 28.2% entiende que lo hace para beneficio o bienestar de todo el pueblo; apenas un 12.4% de los encuestados opinan que lo hace para beneficio personal. Curiosamente, la región sur -de donde es oriundo el presidente- con un 51.6% es la región con la opinión más desfavorable.
La encuesta presenta, a su vez, un cuadro económico nada halagüeño. Preguntados sobre las condiciones actuales de la economía, un 79.2% consideró que era mala o muy mala, y solo un 21.6% respondió que la situación económica era buena o muy buena. En cuanto a la situación económica personal, la mayoría (56.5%) entiende que es mala o muy mala. En contraste, solo un 16.6% respondió que su economía personal estaba bien o muy bien.
Con todos estos indicadores pesando muy negativamente en la formación de la opinión ciudadana no ha sido sorprendente que el 78.3% de los dominicanos haya respondido que el país va por mal camino, en contraposición con el optimista discurso de rendición de cuentas que el pasado 27 de febrero presentara el presidente Medina ante la Asamblea Nacional. Esta percepción tan negativa ha tenido un visible impacto en los niveles de aprobación de la gestión de gobierno del mandatario. En su punto más alto -agosto de 2014- el 91.3% de los dominicanos aprobaba el desempeño del gobierno, pero a partir de ese punto se inició un proceso de descenso que para febrero de 2017 situó los niveles de aprobación en 62.7%. La encuesta más reciente -marzo 2018- sitúa a dicha aprobación en 47.3%, la más baja en los últimos cuatro años y la primera que se ubica por debajo del umbral del 50%. Sin dudas, se trata de un terreno nuevo para el presidente y tendrá que hacer uso de sus mejores habilidades como estratega para relanzar un gobierno que aún no ha llegado a mitad de su período constitucional y que comienza a dar signos de un agotamiento prematuro. Las encuestas no son un indicador definitivo de las preferencias de los electores, pero sus resultados son señales que no deben ser ignoradas por los gobernantes, particularmente, cuando se trata del futuro de la nación.
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