Washington.- “¡Yo creo que ella puede ganar!”, coreaba la multitud embutida en un gimnasio en uno de los últimos mítines de Elizabeth Warren. El mantra ayudaba, quizás, a digerir la mezcla de ilusión y ansiedad que genera en EE.UU. la posibilidad de apostar de nuevo por una mujer como candidata presidencial.
Cuatro años después, Ahluwalia se niega a interpretar el fracaso de Hillary como un revés en el camino para romper el techo de cristal. ¿Por qué no verlo, en cambio, como un paso de gigante?
“Creo que (Clinton) hizo que fuera más fácil que otras mujeres compitan por la Presidencia, porque demostró que una mujer podía lograr la candidatura del partido”, explicó esa votante a Efe desde el abarrotado gimnasio que Warren eligió para su mitin en Virginia, uno de los primeros estados en votar en las primarias demócratas.
TRES PRECANDIDATAS Y UNA CRISIS EXISTENCIAL
Con cuatro hombres disputándose el título de favorito en las primarias, las tres precandidatas que siguen en liza -las senadoras Elizabeth Warren y Amy Klobuchar, y la congresista Tulsi Gabbard- han sentido la necesidad de explicar a menudo por qué merece la pena optar por una mujer para enfrentarse a Trump en noviembre.
“¡Las mujeres fuertes consiguen resultados!”, exclamó Warren al subir al escenario en Virginia el pasado jueves.
La llegada de Trump al poder en 2017 dio alas al movimiento feminista y repercutió en la elección al Congreso de un récord de mujeres en las elecciones legislativas de 2018, pero trasladar esa energía a la carrera a la Casa Blanca es más complicado, dada la profunda crisis existencial que atraviesa el Partido Demócrata.
“Los demócratas están muertos de miedo por la posibilidad de perder de nuevo las elecciones. Sienten terror de no tomar la decisión correcta”, dijo a Efe la directora del Centro de Mujeres y Política en la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey), Debbie Walsh.
UN JUEGO DE PERCEPCIÓN
El mayor hándicap para las precandidatas podría ser un juego de percepción: el 71 % de los estadounidenses dicen que se sentirían cómodos con una mujer presidenta, pero solo el 33 % opina que sus vecinos también lo estarían, según una encuesta de enero de la consultora Ipsos y el diario USA Today.
“La impresión de que otros no están preparados puede ser un factor más importante que la reticencia de cada uno a votar por una mujer”, afirmó a Efe una experta en el liderazgo político de las mujeres, Farida Jalalzai, de la Universidad Estatal de Oklahoma.
El difuso concepto de la “elegibilidad” de los precandidatos suele beneficiar a quienes se perciben como una “opción segura”, es decir, a los hombres que han ocupado durante siglos la Presidencia de EE.UU., y siembra dudas sobre las opciones de los grupos que nunca han llegado al poder, como las mujeres, explicó Jalalzai.
Sin embargo, tras la mayúscula sorpresa política que supuso la elección de Trump en 2016, cada vez más votantes se niegan a incluir ese factor en su toma de decisiones.
“Nadie sabe quién es elegible. Nadie pensó que Donald Trump podía resultar elegido, y todo el mundo creía que sería Hillary Clinton. Así que creo que cualquiera puede tener la posibilidad”, señaló Efe otra de las asistentes al mitin de Warren, Caroline Brouwer.
EN MANOS DE LOS INDECISOS
Aunque Warren se ha perfilado como la precandidata “de unidad” entre las alas progresista y moderada del partido, por ahora no ha logrado arañar demasiados votantes al aspirante que más se le aproxima ideológicamente, Bernie Sanders, y oscila entre el tercer y cuarto puesto de la contienda en las encuestas nacionales.
Mientras, Klobuchar vive un momento dulce gracias a su inesperada tercera posición en las primarias de Nuevo Hampshire, pero aún debe convencer a muchos moderados de que ella, y no Pete Buttigieg o Joe Biden, es su mejor opción.
A ambas se las define a menudo como las más “preparadas” de la contienda -Warren tiene “un plan para todo” y Klobuchar presume de sus victorias en el crucial medio oeste- pero no logran despuntar.
Su destino puede estar en manos de indecisos como Will Massimini, un admirador del ya retirado aspirante presidencial Andrew Yang que acudió al mitin de Warren en Virginia sin saber aún si votará por ella o por Sanders.
“Creo que hay que hablar sobre por qué las mujeres enfrentan todos estos requisitos extra” que no se exigen a los hombres, opinó el joven de 28 años para Efe.
Sus tímidos aplausos del principio se volvieron más firmes según avanzaba el mitin, y se quedó hasta el final. Pero el acto no le bastó para decantarse por Warren: quería más pruebas de que su candidatura es viable a nivel nacional.
“Todo depende de los resultados en Nevada y Carolina del Sur”, los dos próximos estados en votar, confesó Massimini a Efe.
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