Washington.- El presidente, Donald Trump, ha asegurado este viernes que retomará de inmediato la batalla legal para desmantelar el programa de Acción Diferida para los Llegados en Infancia (DACA), que protege a cientos de miles de jóvenes inmigrantes de la deportación.
En realidad, el dictamen de la Corte Suprema supone una enorme derrota para Trump, que canceló DACA en septiembre de 2017 y ahora tiene que volver a empezar desde cero porque todo lo que hizo ha sido anulado por los jueces.
La Corte no entró a valorar “si DACA o su cancelación fueron decisiones sólidas”, algo que considera que no le corresponde, sino que analizó “sólo” si el DHS siguió los procedimientos correctos para hacerlo.
En su opinión, no tomó en cuenta todos los elementos de su decisión, incluidas las dificultades que atravesarían los dreamers, según el fallo. Ese “error” genera “dudas sobre si apreció la magnitud de su capacidad de maniobra, y si la ejerció de una manera razonable”.
Así, lo que hace la Corte es ordenar al Departamento de Seguridad Nacional que “reconsidere de nuevo el problema”.
Trump ha anunciado este viernes que será eso lo que haga su Gobierno: “enviar documentos mejorados en breve para completar lo que requiere el dictamen y petición de la Corte Suprema”.
Es necesario aclarar que, pese a lo que dice el presidente, la Corte Suprema no le pide a Trump que lo haga: sería completamente ilegal. Simplemente indica al Gobierno que reconsidere su decisión porque, tal y como lo hizo, es ilegal.
En un último mensaje a los dreamers, el presidente les dice que “¡no han ganado nada!”. Esto tampoco es cierto: han ganado tiempo. En noviembre habrá elecciones presidenciales, de forma que el margen de maniobra de Trump para desmantenlar DACA depende enteramente de que gane esos comicios.
Habrá que ver en cualquiera caso si realmente inicia el procedimiento contra DACA y cómo gestiona este asunto en los próximos meses, puesto que la mayoría de los ciudadanos muestra simpatía por los dreamers, y podrían rechazar un ataque frontal contra jóvenes que están perfectamente adaptados al único país que conocen en su mayoría, Estados Unidos, hablan el idioma, tienen raíces y familia, y con su trabajo contribuyen fuertemente a la economía.
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