SANTO DOMINGO.- A pocos días de la instalación de un nuevo gobierno, las expectativas están centradas en torno a los retos que asumirá el presidente electo Luis Abinader para unificar estrategias en el combate al Covid-19 y superar la profunda crisis económica que la pandemia ha generado a nivel nacional.
Aunque en menor medida como sucede al final de un mandato constitucional por lo que historiadores y tratadistas llaman la soledad del poder, también hay expectativas en torno a cómo quedará el balance final en la gestión de gobierno del presidente Danilo Medina y cuál será su futuro político en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Como Abinader ha dicho y ratificado en varias ocasiones, su mayor prioridad tan pronto asuma la presidencia el 16 de agosto será aunar esfuerzos para detener la expansión del coronavirus en el país, que ha llegado a uno de sus niveles más críticos desde el inicio de la pandemia.
Sin embargo, paralelamente y él también así lo ha reconocido, deberá emplearse a fondo con su equipo económico para activar la producción, el comercio, el turismo y otras áreas importantes, para de ese modo contar con recursos y poder seguir enfrentando la pandemia, además de hacer frente a muchas necesidades y reclamos que deben ser satisfechos desde el Estado.
Sin embargo, dada la forma en que se ha profundizado la crisis económica, las medidas que se adopten para su mejoramiento serán en principio sumamente lentas y graduales, por lo que desde ya se plantea que el nuevo gobierno tendrá que recurrir al endeudamiento externo.
En ese sentido, algunos analistas citan la posibilidad que, además de buscar ayuda en organismos multilaterales como el Banco Mundial, Abinader tendría también que recurrir en última instancia al Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha pronosticado un crecimiento para el país de menos uno por ciento, luego de un período de estabilidad y crecimiento.
Aunque sus prioridades inmediatas sean la pandemia y la economía por fuerza de las apremiantes circunstancias, Abinader también se verá compelido a atender las demandas que ya comienzan a hacer grupos de la sociedad civil para que desde los inicios de su gestión preste atención a la lucha contra la corrupción bajo el predicamento del cambio que prometió en la campaña electoral.
No se trata de una tarea fácil, dada la cantidad de frentes que deberá atender al mismo tiempo en medio de un escenario nacional sumamente complicado, pero desde ya y en pleno período de transición, Abinader ha proclamado que no habrá “borrón y cuenta nueva”, advirtiendo de ese modo que nadie que haya cometido irregularidades administrativas desde el Estado podrá contar con olvido o impunidad.
En ese sentido, analistas comienzan también a proyectar cuál será el escenario en que tendrá que actuar Medina y la dirigencia del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) como principal partido de oposición, frente a Abinader, el nuevo gobierno en su conjunto y el Partido Revolucionario Moderno (PRM), en la eventualidad de que salgan a relucir algunos procesos que de algún modo comprometan la responsabilidad de la gestión administrativa está próxima a finalizar.
Para garantizar que la lucha contra la corrupción sea firme, pero también fuera de la influencia del gobierno de turno, Abinader ha prometido un Procurador general de la República totalmente independiente, pero esto sólo se lograría mediante una reforma constitucional, dado el hecho de que hasta ahora ese puesto está bajo la discrecionalidad del Ejecutivo.
Aunque Medida está imposibilitado de pensar por una futura repostulación presidencial, debido a un impedimento constitucional, su reto inmediato fuera del poder será establecer en qué medida podrá maniobrar para mantener su influencia, decisión y liderazgo dentro del PLD, tras la derrota electoral que sufrió en las elecciones presidenciales y congresuales.
Algunos analistas políticos anticipan que Medina tendrá que enfrentar muchas críticas y presiones, sobre todo cuando se convoque un congreso que analizará todo el panorama del partido morado, por haber impuesto, por encima de tradicionales aspirantes presidenciales a lo interno del PLD, el entonces candidato Gonzalo Castillo, quien perdió los comicios a pesar de que el mandatario salió a apoyarlo públicamente en el último tramo de la campaña.
Aunque Abinader también ha dicho que no habrá retaliación política, o sea una especie de venganza o desquite por diferencias políticas y partidarias del pasado inmediato, eso no significa que será indiferente frente a reclamos populares de que se establezca un sistema de consecuencias sobre todas las irregularidades que se hayan cometido en materia de administración pública.
En cuanto a la economía, uno de los mayores retos de Abinader será tomar acciones efectivas para estimular la inversión privada y el consumo, factores que según economistas, fueron determinantes para que la economía nacional mantuviera un buen ritmo de crecimiento entre 2016 y 2019, en niveles de 6.6 y un 5.1 por ciento.
En ese vital aspecto, un punto de primer orden será el sector turístico, que por efectos de la pandemia ha tenido pérdidas estimadas en 1,200 millones de dólares y que ha comenzado a activarse gradualmente, pero sin poder volver a comprar el 45 por ciento de sus insumos a productores locales.
Un tema no menos relevante es mantener la estabilidad macroeconómica y para ese objetivo ratificó en el Banco Central al gobernador Héctor Valdez Albizu, que tendrá la complicada tarea de evitar, junto al equipo económico de Abinader, que la tasa del dólar se dispare de la barrera del 60%, a fin de prevenir una crisis inflacionaria que ahondaría las muchas dificultades que ya tiene la población dominicana por la pandemia del Covid-19.
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