El 3 de mayo de 1971, en Bruselas estamparon el pasaporte dominicano de José Antonio García Duvergé. El hombre, que venía desde París, había entrado al menos otras cuatro veces a Bélgica entre 1970 y 1971. Le quedaban 20 días de vida.
La primavera comenzaba a hacerse sentir en la habitualmente gris, húmeda y fría Bruselas. El 23 de mayo de 1971, el mercurio alcanzó los 22 grados, agradables, aunque lejanos del calor tropical de los cañaverales de San Pedro de Macorís o de la ciudad primada de América, donde la Guerra Fría desollaba a una generación.
En correspondencia diplomática dirigida a Pierre Harmel, entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Bélgica, fechada el 8 de marzo de 1971, el embajador concurrente en Caracas, Hugo Walschap, describía el terror reinante en una República Dominicana que acababa de reelegir como presidente a Joaquín Balaguer: “… en 1970, el terrorismo causó la muerte de al menos 250 personas, entre ellas de un gran número de jóvenes, mientras que solo una decena pertenecía a las fuerzas del orden. Además, 31 personas desaparecieron sin dejar rastros. Hay que agregar las 24 personas asesinadas en medio de unos 160 ataques o robos a mano armada”. En su reporte de seis páginas, Walschap destaca la impunidad que arropaba al país. “La desaparición repentina de ciudadanos dominicanos es moneda corriente; sus cadáveres terminan frecuentemente por aparecer, pero es raro que los culpables sean aprehendidos, y mucho menos juzgados”.
El hombre que yacía a su lado era en realidad Maximiliano Gómez Horacio, Secretario General del Movimiento Popular Dominicano (MPD). Miriam Pinedo, al borde de la muerte, no era otra que la viuda de Otto Morales Efres, su predecesor, quien había sido víctima de uno de esos asesinatos descritos por el embajador Walschap. Los destinos del Moreno y de Miriam se revelarían entrelazados por la tragedia una y otra vez.
Es el periódico belga de corte socialista “Le Peuple” que por primera vez en Europa conecta a Maximiliano Gómez con el suceso de Ixelles, tres días después de su muerte. Sus “fuentes fiables” indicaron que se trataba del líder de izquierda, exiliado desde hacía un año tras ser canjeado junto a otros 19 presos políticos a cambio de la liberación del agregado de la Fuerza Aérea estadounidense, Donald J. Crowley, secuestrado por elMPD en marzo de 1970. También fue el primero en sugerir el asesinato, al publicar en primera plana el titular: “Misterio en Bruselas: El líder comunista dominicano descubierto asfixiado, ¿fue asesinado?”. La noticia circuló a partir de ese momento por decenas de medios europeos, con especial interés en Francia, donde se encontraban muchos exiliados dominicanos, pero también en España y, por supuesto en los medios belgas. El Ministro de Relaciones Exteriores de Bélgica, Pierre Harmel, envió el 7 de junio de 1971 una comunicación a su embajador en Caracas, informándole la muerte de Maximiliano Gómez. “De acuerdo con la policía, se trató de un accidente, pero según los círculos comunistas pro-chinos Gómez habría sido asesinado”, dice Harmel, quien especifica que Miriam Pinedo de Morales, encontrada en estado comatoso en la misma habitación, no había podido ser interrogada por la policía.
El informe desnuda el fraccionamiento de la izquierda dominicana en el exilio, los desacuerdos dentro del MPD entre Máximo López Molina y Maximiliano Gómez, los deseos de este último de ejecutar en abril el atentado contra Balaguer, llegando hasta a promover una alianza temporal con el exgeneral Elías Wessin y Wessin, némesis de los constitucionalistas en abril del 1965. La participación estratégica de Héctor Aristy como armador diplomático es subrayada, al igual que el involucramiento del entonces embajador dominicano en París, Jose Rafael Molina Ureña, mediante la dotación de pasaportes e información al grupo. Las sospechas de la CIA de que Patricio Bosch, el hijo del expresidente Juan Bosch, representaba en París los intereses cubanos, que apoyaban a Francisco Caamaño Deñó como líder de la revolución dominicana, es planteada igualmente en el documento desclasificado.
El Moreno tenía tantos frentes abiertos que para los dominicanos resultaba imposible creer en la versión del accidente, defendida categóricamente por los magistrados encargados del caso por la Fiscalía de Bruselas, MM. Grondel y el procurador sustituto del Rey, Du Jardin, quienes insistieron, en una entrevista publicada por el diario “Le Soir” el 28 de mayo de 1971, que la autopsia realizada por el Dr. Rillaert al cuerpo de Maximiliano Gómez concluyó que se trató de una muerte “accidental, por asfixia, debida a una falta de oxígeno”.
Para “disipar cualquier equívoco”, continúa “Le Soir”, la Fiscalía ordenó un análisis toxicológico profundo, para el cual designó un experto que “en unos días” podría presentar un resultado más acabado. Pero en Bruselas el caso “Duvergé”, como se le llamó en principio por ser este el nombre que aparecía en el pasaporte encontrado junto a las pertenencias del Moreno, no suscitó mayor interés, y salió de la palestra por varios meses, hasta que el macabro asesinato de Miriam Pinedo hizo que los investigadores desempolvaran el expediente. Pero a este punto volveremos más tarde.
LISTÍN DIARIO solicitó el pasado 31 de marzo a la Dirección General de la Oficina de Extranjería del Reino de Bélgica (“Direction générale de l’Office des Etrangers”), una copia de la autopsia y del examen toxicológico practicado al cadáver de Maximiliano Gómez.
Como respuesta, recibimos el 20 de abril una comunicación firmada por el consejero Geert De Vulder en la que indica: “Los documentos solicitados no están en nuestra posesión”.
El resultado es su novela histórica “Morir en Bruselas”, prologada por el escritor y político Tony Raful, y puesta en circulación en videoconferencia por el Archivo General de la Nación el pasado 7 de mayo. “Morir en Bruselas” reconstruye, a partir de consultas documentales en archivos de ocho países y de testimonios importantes, las múltiples versiones que han intentado explicar las muertes de Maximiliano Gómez y Miriam Pinedo, usando como hilo conductor las peripecias de dos personajes de ficción: el inspector Pablo Gossens y el detective Paul Hendrickx.
“Una novela me permitía expresar todas las hipótesis sobre estos hechos; hay que saber que sobre la muerte de Maximiliano Gómez hay por lo menos nueve hipótesis contradictorias y sobre la de Miriam Pinedo, algunas seis”, dijo Gómez Borbón a LISTÍN DIARIO. “A través de una novela pude ponderar estas versiones y presentar lo que, en mi opinión, sucedió en aquellas noches terribles”.
Para Gómez Borbón era importante “hacer un aporte a la historia dominicana sobre un hecho histórico fundamental, como fue el asesinato de Maximiliano Gómez, una pérdida irreparable para la izquierda dominicana y una tragedia humana”.
“Morir en Bruselas” busca también, según su autor, “presentar la magnitud de la tragedia de la muerte de Miriam Pinedo… quiero aprovechar para dar a conocer esta historia, que, desde el punto de vista humano, me toca mucho”.
Fuente: Listín Diario
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