Por: Esmerarda Montero Vargas (Magíster en Comunicación Social. Investigadora predoctoral del Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV-EHU)
Los medios de comunicación cumplen una función básica en la sociedad, su capacidad de influencia en el pensamiento y percepción colectiva es fundamental y ello acarrea una gran responsabilidad, pues un medio masivo es comparable a una herramienta con la que podemos o bien crear conciencia, o producir confusión.
Cuando entramos en las universidades con el ideal de periodismo venimos cargados de ideas de lo que es este ejercicio, a medida que avanzamos en el proceso, nos vamos enterando de que la objetividad absoluta es una utopía, ya que la ideología de cada uno siempre estará presente y servirá de filtro a la hora de comunicar, a pesar de ello, se puede ejercer el periodismo con profesionalidad y vocación de servicio ciudadano.
El conflicto llega cuando no somos conscientes de que la comunicación es un servicio y un derecho ciudadano, que el uso de la pluma es un don, un privilegio con el que podemos contribuir a la creación de una sociedad más justa y equitativa, cuando los ciudadanos no son críticos, no comparan y no exigen.
Cuando olvidamos eso, los medios dejan de ser eco del sentir y necesidad de la población, para ser meros reproductores de contenidos confusos y alienantes, la población se torna una esponja que absorbe la información sin contrastar y mirar más allá, entonces la relación medio-ciudadanía deja de ser un canal que hace puente entre personas y sus necesidades, para crear bienestar en la sociedad y se convierte un mero entretenimiento de las masas.
En momentos como los que atraviesa nuestro país, hoy más que nunca se hace necesario contar con medios comprometidos a ejercer y dignificar nuestra profesión, medios que cumplan con su función vital y ciudadanos que comprendan que la información verás y honesta es un derecho que les asiste y por el que deben luchar.
En adición a esto los y las periodistas precisan una red de apoyo que les permita ejercer su oficio sin coacción y esta necesidad se ve aún más expuesta en imágenes como las que han circulado por las redes en la última semana, donde la periodista Elbania Flores es agredida por familiares de Ángel Rondón mientras intentaba realizar su trabajo.
Este penoso hecho es una muestra de la necesidad de concienciar a la sociedad sobre el respeto y la protección que necesitan y merecen los y las profesionales del periodismo, porque con ello estaríamos cuidando más que a una persona, más que una profesión, sino nuestro derecho mismo a estar informados sobre los asuntos cruciales de nuestra sociedad.
Baco
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