Por - 17 de enero de 2018 El gobierno dominicano por exceso de vanidad y protagonismo, está algo más que atrapado por decisión propia en el síndrome del ratón dentro del Güiro. El ratón no sólo es símbolo de inteligencia como rata, sino, que se desafía en hacer lo que nunca se ha hecho y dañar como bueno lo que toca.
Las declaraciones del Ministro de lo Interior de la República Bolivariana de Venezuela le pone la Tapa al pomo del diálogo que desarrollan oposición y gobierno venezolano con la mediación torpe del presidente de la República Dominicana y su ignorante Canciller. Declarar, como lo hizo un alto funcionario venezolano sin la condena enérgica y rechazo del Estado Dominicano, que el espacio de diálogo llamado a conservar vidas y el retorno a la paz de la sociedad venezolana, devenga en un archipiélago de delaciones y probables traiciones, es triste e inaceptable que ocurra en territorio dominicano con la participación de su Presidente de la República.
Hemos afirmado en otras publicaciones que este es un diálogo torpemente organizado que lacera los principios del derecho internacional y el sentido de la diplomacia en lo atinente a los pactos internacionales adoptados por la Asamblea General de la ONU en 1966/A/res.2200/XXI/, declaración como recoge en su texto Derecho Internacional Público Contemporáneo, el Dr., Luis Arias: “Pactos destinados a completar la Declaración Universal y sobre todo adecuar los compromisos de los estados de medidas de control y de aplicación. El citado autor precisa que son dos los pactos: El pacto internacional relativo a los derechos civiles y políticos y el pacto internacional relativo a los derechos económicos, sociales y culturales”.
Desde este mismo lugar el padre de la Revolución Bolivariana, grande entre los grades del siglo XX, Hugo Chávez, lanzó el grito de compromiso latinoamericano desde el lecho y cabecera del Gran Maestro de la democracia dominicana de hacer del pensamiento de Juan Bosch, su luz de compromiso. El núcleo del pensamiento de Bosch, en este sentido es preclaro, cuando establece, “que no se puede vivir dando vuelta alrededor del odio”. Hemos dicho y repetimos que la acción de ANULAR los efectos jurídicos de la Comisión de UNASUR con este recurso en dominicana, es una torpeza que desvincula sus efectos ante la comunidad internacional en términos de obligaciones y compromisos. El afán ególatra del presidente Medina de colocar su estrella de negociador por encima del expresidente Leonel Fernández, es pobre y propia de seres pequeños con el veneno en la cola. Lo más grave de esta experiencia inmerecida para República Dominicana en materia de política internacional, es que tenemos una diplomacia que piensa más con el bigote que con el cerebro.
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