El danilismo y el relativismo moral en la construcción de la recursividad de un discurso este 27 de febrero. No queda la menor duda de que las compuertas y el sentido de que cualquier cosa será posible a partir de ahora para imponer la necesidad de perpetuidad del autoproclamado servidor perenne. Ha hecho el presidente Medina de la recursividad,
consistente en actuar constantemente sobre si mismo, creando en cierta forma, un bucle cerrado circuital y en espiral de acciones, reacciones, retroacciones, contrarreacciones y metarreacciones, para probar que sin él no hay salvación para el país.
Adolfo Hitler pronunció uno de sus discursos memorables ante el Reichstag, el 1° de septiembre de 1939, para declarar la guerra a Polonia en el marco del teatro belicoso de la II Guerra Mundial. Creo sin temor inequívoco, desde una perspectiva homosemiótica y homogenérica compleja, que el discurso mal llamado rendición de cuentas del presidente Danilo Medina Sánchez y el danilismo de palacio es una recreación del pronunciado por Hitler y el nacionalsocialismo ante Reichstag en 1939.
He seleccionado algunos extractos del mismo con absoluta fidelidad al texto fuente de este discurso de Hitler redentor del pueblo alemán ante Reichstag en 1939. Cualquier relación biunívoca con el del Mesía del pueblo dominicano, Medina Sánchez, pronunciado hoy 27 de febrero de 2019; es responsabilidad de la ciencia, la lógica y la semiótica, tal vez la historia, también ; no del autor de la columna, cito y concluyo:
“Todos los alemanes de hoy deben ser un abanderado. También espero que las mujeres alemanas se pongan en esta lucha con una disciplina de hierro. Estamos decididos a no capitular. Si nuestra voluntad es fuerte, tal cosa nunca volverá a repetirse, no pereceremos nunca.
Por otra parte, estamos dispuestos a combatir contra quien sea, hasta el día en que sean reconocidos los derechos de Alemania. Después de la histórica expansión de las fuerzas armadas creadas por mí mismo, y por las que hemos gastado 80.000 millones de marcos, expreso la convicción absoluta de que alcanzaremos la victoria.
Mi vida pertenece al pueblo alemán, y si perezco, ya he designado a mis sucesores. A ellos tendréis que obedecerlos con la misma fidelidad ciega con que me obedecéis ahora a mí. Como Nacionalsocialista y como soldado alemán, entro en la lucha con un corazón ferviente. Mi vida entera no es más que una constante lucha por mi pueblo, por su resurrección, por Alemania. Cada día de mi vida he creído en mi pueblo. Si alguien piensa que vamos a atravesar tiempos difíciles, que se acuerde de un rey de Prusia, que, con un Estado ridículamente pequeño, triunfó ante una coalición mucho mayor, porque tenía aquella fe inquebrantable que también necesitamos nosotros ahora, y puedo afirmar al mundo entero, que no habrá ninguna nueva capitulación.
No es necesario que vivamos nosotros; solo es preciso que viva nuestro pueblo, que viva Alemania. El sacrificio que se nos pide no es mayor que el sacrificio que hicieron muchas generaciones antes que nosotros. Si permanecemos unidos, estrechamente unidos, decididos a todo, dispuestos a no capitular jamás, nuestra voluntad superará todos los obstáculos.
“Alemanes: es preciso disciplina y obediencia ciega, para llegar al triunfo.”
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